miércoles, 15 de noviembre de 2017

¿con qué sueñan los hombres de barro?

Ayer la verdad se me pasó por completo escribir en el blog. (Tampoco es que lo vaya a leer nadie, ni es su intención primaria.). Pero revisando la temática de la poesía, poesías que escribía entre los 16-18 años (a lo mejor puede que un poco más, pero no estoy seguro porque no todas llevan fecha), encuentro grandes referencias a la muerte, al renacer, la noche, la luna. Sobretodo la luna. Esa gran referencia heredada de mis lecturas de miguel hernández. Recuerdo que cuando volvía a mi casa cuando la noche ya se había posado placida sobre el suelo, a veces, mientras andaba, me paraba a contemplarla en los días de luna llena, como si pudiera susurrarme algún verso nuevo, como si en su superficie pudiera ver el reflejo de algo que encogiera mi alma, de algo que enamorara mi espíritu. 

El amor siempre fue un tema importante, ese amor ficticio, irreal, dañino y tóxico que la literatura clásica nos ha vendido como un referente romántico. Adoraba ese amor clásico, esos versos de Bécquer, esa negra golondrina que volaba lejos de un amor roto, de un corazón herido, de un sentimiento que se caía entre las gotas de rocío. Visto desde una perspectiva actual, una perspectiva más acorde a nuestro siglo, menos infantil, menos irreal, no es mas que un lloro de alguien que pensaba que sólo por amar fuertemente debía ser correspondido. Cuan errado estaba el pobre bécquer en sus palabras, por hermosas que fueran, por mucho que encogieran mi corazón adolescente. 

Otro referente clave en esa corta formación literaria fue Quevedo. Astuto, mordaz, cruel, desleal. Era un personaje pintoresco, sin lugar a dudas. Y en mi provocaba esa sensación de rebeldía, una mezlca entre pena y admiración. La verdad es que era un misógino, un inadaptado con la suerte de no haber nacido hijo de porquero y que había encerrado toda su frustración dentro de sí mismo para convertirla en una herramienta para hacer daño a los demás.

Hay muchos referentes, pero casi todos clasicos, no me gustaba la poesía moderna (más bien la desconocía). No me gustaban los versos libres. Yo siempre tan cuadrado en ciertos aspectos. Mi psicologa dice que tengo una vertiente obsesiva perfeccionista. A lo mejor por eso deje de escribir, porque sabía que jamás sería perfecto.

La verdad es que últimamente estoy escribiendo algunos versos, son ideas que voy apuntando y luego intento construir pero algo es algo. Quizá cuando acabe de subir todo esto me anime a subirlo también.

PD: hay unos poemas muy castellanos, de mi etapa por mi amor a castilla, culpa de machado, que creo que guardaré en un cajón, lleno de fuego y serpientes, por la verguenza y eso.

Este poema no tiene fecha, aunque creo que lo dataría entre verano de 2008 y principios de 2009.
PD3: La fecha efectivamente es el 29-1-2009 
Rapaz de llamas y con pluma viva.
Destella la vista y encoge el alma.
COn fuerte carmesí en su viva llama,
como el astro que me dicta ahí arriba.
Dicta para su dama un simple escriba,
admirando la doble luna exclama:
No puede quien quiere sino quien ama.
Puedo y amo escribir lo que se priva.
Queda ceniza de lo que fue ave,
como sueño, ideal, es poesía 
escondida en el fondo de mi enclave.
Encuentra salida cuando la ida,
descubriendo de esta vida la clave,
y es renacer, otra ave a un nuevo día.

PD2: no hagáis mucho caso a los títulos, no tienen nada que ver con lo que escribo, son pequeñas reflexiones personales, ajenas al texto que acompañan. Quizá sean las preguntas que me haga a diario, preguntas para las que no tengo respuesta, preguntas sobre las que busco respuesta incesantemente como una manera de redescubrir mi vida, mi camino, mi norte. A veces pienso demasiado. Una pastillita y a dormir.

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