jueves, 16 de noviembre de 2017

A veces nada de eso basta.

No se si escribir todo esto me ayudará de alguna forma a aclarar mis ideas, pero creo que en el punto en el que me encuentro actualmente no puedo ir a peor. O al menos no mucho. Muchas veces me he preguntado porque dejé de escribir poesía. Era algo que me gustaba, era algo que se me daba bien, era algo que me llenaba de gozo cuando lo leía y encontraba alguna estrofa decente entre todas las que había escrito.
Quizá se me acabaron las cosas que decir, quizá se me acabó la inspiración, perdí a mi musa o quizá sea todo parte de ese proceso de descenso a los infiernos que emprendí hace ya unos años. La cuestión es que poco a poco me desprendí de casa cosa que me formaba, que me había construido como persona, para dar forma a un ente nuevo, un muñeco de barro vacío que apenas tenía fuerzas para hacer las tareas mas sencillas (como si ahora fuera otra cosa). 
Deje de escribir poesía, deje de leer, deje de escribir, dejé de ilusionarme por tener un futuro... he dejado tantas cosas atrás que pensarlo me hace un poco de daño. Pero para eso están las pastillas, para pensar menos (lo cuál diría que es contraproducente con escribir lo que se piensa).
Recuerdo que hace años si que me planteaba formar una familia, era algo que en cierta manera me hacía hasta ilusión, incluso podía escribir sobre ello en alguna historia imaginada. Pero con el tiempo cada vez me ha importado menos, me ha interesado menos. Cualquier sentimiento que tuviera de formar un núcleo familiar se ha disipado como la niebla cuando llega la mañana, poco a poco.

Ahora poco a poco, (e hinchándome de pastillas todos los días) intento recuperar al menos la normalidad de mi vida. Al menos poder dormir como una persona normal. Tener un horario como una persona normal. Es mi propósito para lo que queda de año. Quizá no parezca mucho, pero para una persona que tiene que salir con pastillas en la bolsa por si le da un ataque es bastante. Tengo miedo a esos ataques, porque pierdo el control de mis pensamientos, me bombardean completamente y se me empieza a comprimir el pecho hasta dejarme sin respiración. Mi cerebro me dice corre pero el muy imbécil no me dice hacia donde. 

Total, me desvío de mi tema principal que es la poesía. Esta tampoco tiene fecha, pero yo la enmarcaría posteriormente a la última, creo que fueron de las últimas que escribí. Pero tampoco pondría la mano en el fuego.

Siento un olor a tiempo,
que arranca un respingo y un sentimiento,
solo, abandonado,
con un olor a ausencia.
respiro en las sabanas,
y entre recuerdos dejo la consciencia.
Siento que me acunas y me llamas,
mientras me pierdo niño en tu cuerpo.
¡oh, bendita demencia!
siento tu olor, tus besos, tus caricias,
y despierto con olor a salitre,
otra vez con tu ausencia.
Y realmente sin saber...
¿porque coño despierta mi consciencia?

Este poema es uno de mis favoritos, y creo que actualmente es el que mejor define como me siento. Es como los simpson, que no importan los años que pasen, siempre encuentras una forma de relacionarlos con un suceso actual. Leerlo me duele bastante, sobretodo ciertas frases. También me duele haber desperdiciado todo eso, no haberlo pulido. En cierto modo me parece que he dado tumbos por todos lados, sin llegar a un sitio en concreto. Ahora se mucho de muchas cosas, pero no me sirven para nada.

Quizá mañana sea otro día, o quizá solo sea igual que hoy, pero mañana.

No hay comentarios:

Publicar un comentario