sábado, 9 de diciembre de 2017

Cuando pierdes lo único que importa, solo te queda esperar.

Hace bastantes días que no escribo, casi una semana desde la última vez que me puse delante del blog y eso que al final de este tenía ganas de escribir la poesía siguiente. Pero la verdad es que esta semana la he pasado más dentro de la cama que fuera. Si no fuera porque tengo animales que alimentar creo que hay días que ni saldría de ella. Total, todo lo que hay fuera es frío, soledad y recuerdos. Y no me gustan ninguna de las tres cosas.

Los recuerdos son duros, porque hay recuerdos dulces y recuerdos amargos, y lo irónico de todo es que los dulces acaban siendo más amargos. Ahora se supone que tengo que reconfigurar mi vida, reorganizar mis prioridades y todo ese rollo psicológico de rehaz tu vida. Pero las cosas siempre son más faciles de decir que de hacer. Es más fácil proponerselo que hacerlo. 

Por ahora no hago más que ir hacia atrás. Para empezar ya he roto mi ciclo de sueño que tanto me había costado conseguir. Muchas veces me acuesto de noche y cuando me levanto ya es de noche otra vez. Otras veces me acuesto a la hora y me levanto en mitad de la noche entre pesadillas, y mi cuerpo no quiere volver otra vez al sueño, porque tiene demasiado miedo. Asi que se desvela, a pesar de las pastillas, y luego cae rendido a mitad de la mañana para volverse a despertar con otro sueño desagradable a mitad de la tarde.

He perdido tanto en tampoco tiempo que no se como gestionar lo que siento. Vuelvo a sentir una montaña rusa de emociones, en la que ahora solo va en bajada,de vuelta al punto de salida. Hoy tengo un cumpleaños pero no creo que vaya al final, hoy no he podido comer en todo el día y por consiguiente estoy muy mareado y con dolor de cabeza, ya me va a costar ir a trabajar, así que cuando acabe mandaré un mensaje y diré que me encuentro mal y que me voy a dormir, al menos hasta que los sueños me despierten y me recuerden donde estoy.

Este poema lo escribí el 16 de agosto de 2008.

Roza tu vientre la pluma del poeta
escribiendo una silva, un soneto,
describiendo un paisaje y sentimiento
haciéndote reír y ser completa.

Te revuelves fiera, dulce y alegre
jugueteas con la espiga, traviesa
tocando los labios del que te besa
en la escena próxima al pesebre

Ruedo, huyendo de dulce tortura
por el verde cesped, anhelo tierra
al no poder vivir sin tu locura

caigo al abrazo del rio, me entierra
en un mar de dudas, con una cura
que es tu mano, una luna y mi perra.

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